Gagotomizados

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Te contamos los detalles detrás de lo que fue otra actuación del único grande.

Boca Juniors perdió el Superclásico al caer por 2-1 como visitante. Una vez más se repitió un partido que se ha visto muchas veces en los últimos años, fuera del resultado en si, en el que el Xeneize sale a la cancha con un planteo ridículo, regala un tiempo y luego intenta maquillar en la segunda parte. El gol de Merentiel no sirvió y lo único positivo de la jornada es que pese a la caída el equipo se mantiene líder del Torneo Apertura 2025.

Lo peor que le pudo pasar a Boca fue que se lesionara Cavani en la previa. No tanto por el peso propio del uruguayo, si no porque esta baja le dio la chance al entrenador de Gagotomizar al equipo. Como era de esperar, se corrió del funcionamiento y esquema que le venía funcionando, se puso a inventar y, como siempre, le salió muy mal.

Boca le regaló el protagonismo a un River que venía mal y cansado por jugar entre semana. Lo hizo dándole la pelota y exhibiendo una actitud temerosa por el ridículo esquema con el que Fernando Gago hizo salir al equipo a la cancha. Fue un 5221 en el que se vio muchísima improvisación, tanto en ataque como en defensa, que es lo que debió haberse visto reforzado por el cambio táctico.

Como era de esperar, ellos en los primeros minutos iban a salir con todo y Boca, en vez de leer eso, se regaló y terminó con tres jugadores amonestados. Uno de ellos fue Rojo, que cometió una falta innecesaria que Mastantuono transformó en gol. El pibe de River pateó a colocar desde muy lejos, en un remate muy bien colocado, pero que expone una fallida actuación de Marchesín. El arquero se confió, sufrió el viento que hizo bajar la pelota, pero es responsable por un disparo muy lejano que amerita otro tipo de respuesta.

Boca se vio comprometido tras el gol y casi sufre otro, pero ahí el arquero respondió de gran manera ante Driussi en el mano a mano y luego contra Pezzella en un cabezazo de pelota quieta. Parecía imposible que el equipo sacara adelante el resultado, pero fue gracias a una acción casi milagrosa, con un pase largo de Blanco y pifia del primer central de River, que Merentiel se fue sólo para definir con grandísima jerarquía ante Armani para el 1-1.

Lo peor es que Boca ni siquiera supo ser inteligente ante la fortuna, porque tras ese regalo que terminó en el empate el equipo no leyó bien el partido. Siguió sin entender cómo sacar la pelota, dividiendo en exceso y cubriendo muy mal los espacios en ataque y en defensa. Ahí, sobre el cierre, pese a tener cinco defensores en el área, vino un centro frontal de Acuña que Driussi cabeceó sólo por el segundo palo, provocando una tapada de Marchesín que el delantero remató en el rebote. Sí, pese a tener un promedio de altura de 1,87 y tener tres centrales, terminó ganando un jugador bajo con una pelota que cayó a la zona de manera muy cantada.

Ni siquiera en lo defensivo se vio reforzado Boca con este cambio de esquema timorato. Lo mismo pasó con Vélez en Copa Argentina, donde también improvisó esta táctica y lo perdió con un gol por centro frontal que remató otro jugador bajito como Bouzat. Así, dando pena y sin tener una sola idea de juego, el equipo se fue al descanso con la esperanza de que se modificaran las segundas cosas en el complemento.

Lamentablemente, Gago siguió con sus caprichos y hasta el minuto 65 no cambió nada. En ese lapso Boca tuvo más la pelota, es cierto, pero también se salvó del tercero porque Mastantuono buscó su gol en vez del pase a Colidio. Recién a partir de los cambios, con el ingreso de Zeballos por Belmonte y Di Lollo por Rojo, que el Xeneize empezó a generar algo. Ahí, el Chango, tuvo una clarísima en la mejor acción colectiva, pero su remate se fue ancho.

Lejos de cambiar el esquema, la siguiente variante vino con la entrada de Saracchi por Blanco, manteniendo el capricho del esquema por sobre el funcionamiento. Del otro lado River abandonó cualquier tipo de intento de atacar y se tiró atrás, lo que ayudó a que Boca pareciera tener otra actitud. Ahí la suerte no acompañó, porque Martínez Quarta casi marca en contra, pero entre Armani y el palo evitaron el empate.

Ya en el final, con tiempo cumplido, se cambió el esquema cuando Aguirre ingresó por Delgado. Y, en la última, tampoco ayudó el azar, porque Costa se mandó como nueve y metió un cabezazo que Armani mandó al córner de gran manera. Fue derrota, una más, en la que ante una baja clave quedó expuesto el técnico con sus inventos, sus caprichos y su aura perdedora.

Ahora vendrá Tigre por la última fecha de la etapa de clasificación, partido en el que con un empate el equipo se asegurará ser el mejor de su zona y tener ventaja deportiva en octavos, cuartos y semifinal. Pero más allá de eso, lo que preocupa es que una vez más el Boca de Gago falló en un partido importante por inventar y, en especial, tener una actitud tan mediocre.

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