
La casaca de los tiempos
03/29/2025 11:23 AM
En un nuevo "Jugar sin la pelota", Quique Larrousse se mete con algunas de las camisetas alternativas de Independiente, comenzando por la de bastones Rojos y blancos que se utilizó por primera vez en el amateurismo.
A las cinco y media de la tarde camino por Alberdi en el programado ejercicio diario post pandemia que hacemos con Vivi cada día. Cruzamos Corvalán y media cuadra más adelante sale de un local y nos cruza un flaco cuarentón con una camiseta a bastones rojos y blancos. Si no la hubiese admirado originalmente cuando se estrenó me hubiese pasado inadvertida. Aún en el terreno porteño es habitual ver a un Pincha con su camiseta, a un santafecino con la Tatengue o a uno venido del barrio de Alta Córdoba con la rojiblanca de "la Gloria". Ví vecinos de Remedios de Escalada con la de Talleres y hasta algún tucumano con la del "Santo" caminando por Buenos Aires. Pero el amor se reconoce a los lejos y en el más inesperado signo. Aquel sábado 3 de Agosto del 2013 Independiente iniciaba su breve periplo por el Nacional B jugando contra Brown de Adrogué y cayendo 2 a 1 ante el tricolor en Avellaneda. Esa tarde la casaca estrenada fue la de bastones rojos y blancos. Linda, novedosa, pero por sobre todo desconocida e histórica. Usada el 19 de Junio de 1927, la casaca a bastones lo diferenciaba de otros que usaban la roja.
Aunque el Independiente de esos tiempos usaba seguido la camiseta blanca original. Entre conjeturas, hipótesis y muy diversas memorias, alguno asegura fue homenaje a Alumni, el uso de la camiseta de ocasión. Pero el registro de la historia argumenta que no es así, que fue Alumni el club que impidió deslealmente a Independiente ascender en 1911 y eso no se le perdonó jamás al referente del amateurismo.
A su vez, otra versión indica que fue un regalo de Estudiantes de La Plata pero, si bien existió el obsequio como tal, fue en la década del '30 recién. Otros vinculan a esa camiseta con la pertenencia de Don Pedro Canaveri, presidente rojo, a las huestes de la Unión Cívica Radical. Vale recordar que al equipo de Avellaneda se le relacionó a esa identidad política, tal vez por Canaveri, o no. La filiación de miles de radicales a Independiente fue una realidad palpable. Ejemplo de esto es que el Presidente Raúl Ricardo Alfonsín, electo para recuperar la democracia perdida, era un fanático rojo y asiduo asistente a la Doble Visera en esos años de su mandato constitucional. Pero la camiseta a rayas verticales es también un homenaje merecido a figuras históricas como Manuel Seoane y Antonio Sastre, Vicente de la Mata, Arsenio Erico y Ernesto Grillo entre otros grandes ídolos del Club. La circunstancia previsible pudo haber sido evitar que se reestrenase aquella prenda significativa, en la incertidumbre de no saber cuánto pesaría el descenso justo al presentarse por primera vez ante su gente y por la segunda categoría. El sensato y atinado fallo pudo haber sido dar al plantel el tiempo para encontrar su rumbo primero y luego sí estrenar la de bastones. Pero el equipo rescatado por Omar de Felippe con esfuerzo a lo largo del indeseado torneo, logró recién al final alguna estabilidad.
Mis amigos de la Peña Roja Monte Grande, me regalaron en el verano del 2018 una casaca verde con el nombre del recordado oriental Martin Campaña arquero campeón en la Sudamericana del 2017. Sorprendió el obsequio al punto que al lucirlo una muy desprevenida parienta me preguntó cómo era que una camiseta de Independiente era verde...? Es real que en el pasado más triunfante los porteros rojos usaron buzo claro u oscuro. No había colores llamativos en la ropa del arquero. Pero en cuestiones de camiseta de campo menos digerible fue la color gris con vivos rojos que la empresa que diseña y provee el ropaje le hizo usar al once titular. Hasta ganó la Suruga Bank con ese modelo, transpirando y sufriendo hasta el final de los '90.
Soy un convencido de que las decisiones del marketing nunca fueron cercanas en su estudio preliminar al gusto o preferencia de la hinchada del rojo. Recuerdo que mientras se jugó de local en el cilindro vecino, el equipo salía al césped vestido de azul claro. Un azulino eléctrico que nada tenía que ver con las más lejanas remembranzas ni con la seducción que la chomba sagrada debía despertar en el sentir de la hinchada. Un despropósito. Decisión siempre inconsulta, que vayamos a saber porqué, dirigencias de las últimas dos décadas se guardaron para sí. Toda prenda identitaria es hierática. Sacrosanta. Seguramente la casaca a bastones volverá un dia para ser ganadora como merece. Si. Recuerdo la azul de 1972 en Ámsterdam, que esperó 30 años y volvió para ganar un título. Pueden ignorarse muchas cosas de la identidad en el deterioro del tiempo, pero jamás darle al uniforme el matiz que no tiene.
Quique Larrousse