17/04/2025 10:17
Gustavo Quinteros llegó a Gremio con el aura de un técnico en pleno crecimiento, consagrado como uno de los grandes protagonistas del fútbol argentino en 2024. Su ciclo en Vélez había sido tan intenso como exitoso: campeón de la Liga Profesional en la segunda mitad del año, subcampeón de la Copa de la Liga (perdió la final con Estudiantes) y también finalista de la Copa Argentina, donde cayó ante Central Córdoba en una definición sorpresiva. En Liniers había construido un equipo compacto, competitivo, con identidad, que supo adaptarse a distintos contextos y le devolvió protagonismo a un club que venía golpeado.
Ese año consagratorio le abrió las puertas de uno de los grandes del sur de Brasil. Gremio lo eligió para suceder a Renato Portaluppi, el técnico más influyente de la historia moderna del club, con la esperanza de comenzar una nueva era. Pero la ilusión duró poco. Apenas cuatro meses después de su llegada, y con solo cuatro fechas disputadas del Brasileirao, Quinteros fue despedido. La derrota por 4 a 1 ante Mirassol, equipo recientemente ascendido, fue el último capítulo de una historia que nunca terminó de arrancar.
O trabalho do Quinteros é terrível até aqui, mas não tem como tirar da conta dos jogadores também. O comportamento coletivo nesse lance não existe em futebol profissional pic.twitter.com/kGqK9TkVbT
— Cristiano Munari (@crmunari) April 16, 2025
El contraste es brutal. De dominar el fútbol argentino a ser eyectado por la puerta de atrás en Brasil en apenas 120 días. El fútbol, muchas veces, es impiadoso. Mucho menos en un país como Brasil, donde la rotación de entrenadores se volvió un fenómeno estructural. Y mucho menos en un club como Gremio, presionado por el pasado reciente, por el peso del clásico con Inter y por la expectativa de volver a pelear en todos los frentes.
Quinteros dirigió 19 partidos, con un saldo de 9 victorias, 5 empates y 5 derrotas. En frío, los números no parecen catastróficos. Incluso en la Copa Sudamericana, su equipo había arrancado con puntaje ideal tras vencer a Sportivo Luqueño y Atlético Grau. Pero en Gremio no alcanzan las estadísticas si no están acompañadas por resultados en los partidos clave. La final perdida del Campeonato Gaúcho ante Inter, el eterno rival, dejó heridas abiertas. Y las tres derrotas consecutivas en el Brasileirao —frente a Ceará, Flamengo y Mirassol— terminaron de condenarlo.
"No es que sea una vergüenza perder contra Mirassol, que es un gran club, organizado. Pero, por la forma en que ocurrió, creo que este ha sido uno de los partidos que más me avergonzó en mi trayectoria en Gremio", dijo el presidente del club, Alberto Guerra, apenas finalizado el encuentro en San Pablo. El clima era irrespirable. Y con el clásico ante Inter en el horizonte inmediato, la dirigencia prefirió cortar por lo sano y evitar una nueva exposición en un partido que suele marcar destinos.
Momento em que Guerra anuncia em coletiva a demissão de Gustavo Quinteros.
— FBI Tricolor (@FBITricolor) April 17, 2025
Não era só ele o problema. Jogadores não correm, não tem vontade e a direção parece não fazer NADA quanto a isso. pic.twitter.com/CgFm5zO6Lx
Quinteros asumió en diciembre de 2024, con la expectativa de consolidar un proyecto a mediano plazo. Pero rápidamente comenzaron los cortocircuitos. El propio entrenador, en varias conferencias de prensa, expresó su malestar por la llegada tardía de los refuerzos: once incorporaciones que se fueron sumando con la temporada ya comenzada, y que dificultaron la conformación de un once competitivo en el corto plazo. En la Copa de Brasil, Gremio sufrió para eliminar a rivales de categorías inferiores como São Raimundo y Athletic, en ambos casos definiendo en penales.
El punto de inflexión fue la final del estadual. En el duelo decisivo ante Inter, Gremio perdió 2-0 en casa y empató 1-1 como visitante. Quinteros ni siquiera pudo estar en el banco de suplentes en la ida, por una sanción tras ser expulsado en la semifinal ante Juventude por una agresión a un rival. Su ayudante, Leandro Desábato, dirigió ese día. La caída dolió, y mucho. En Porto Alegre, los clásicos no se perdonan. El "Grenal" define humores, liderazgos y ciclos.
O final do jogo entre Juventude e Grêmio foi marcado por uma enorme confusão. Após o gol de Gustavo Martins, que levou a partida aos pênaltis, os jogadores dos times se exaltaram.
— ge (@geglobo) March 1, 2025
O técnico Gustavo Quinteros , do Tricolor, e o lateral Reginaldo, do Verdão, foram expulsos. pic.twitter.com/ebhoUFwEnm
En el Brasileirao, tras un debut prometedor ante Atlético Mineiro (2-1), el equipo perdió solidez y confianza. Las caídas ante Ceará (0-2) y Flamengo (0-2) ya habían dejado al DT en la cuerda floja. La goleada en San Pablo fue el golpe final. Durante el partido, las cámaras de televisión captaron un momento revelador: una charla entre Quinteros y Desábato, en la que ambos gesticulaban con frustración e impotencia tras un error grosero del arquero Tiago Volpi. La escena resumía el clima en el banco de suplentes.
El Gremio de Quinteros nunca logró traducir en juego la expectativa con la que fue construido. Los argentinos Franco Cristaldo y Cristian Pavón fueron titulares en varios partidos, pero el equipo no encontró una estructura definida. La irregularidad, el bajo nivel de algunos refuerzos y las urgencias del calendario apretado —con viajes, rotación y poco tiempo de trabajo— terminaron por erosionar cualquier margen de maniobra.
Mientras tanto, en Argentina todavía está fresco el recuerdo del Vélez campeón. Un equipo que supo pelear en tres frentes y que volvió a ser competitivo después de años. En Liniers, Quinteros potenció a juveniles, ordenó defensivamente a un equipo que sufría atrás, y construyó una identidad basada en la intensidad y el equilibrio. La derrota ante Estudiantes en la final de la Copa de la Liga fue apenas un tropiezo en un año en el que Vélez volvió a ser el Vélez competitivo y exitoso que lo distinguió desde que Carlos Bianchi lo convirtió en un equipo ganador y protagonista en la década del 90.
Ese pasado reciente es el que lo mantiene con crédito abierto en el fútbol argentino. Más allá del traspié en Gremio, su nombre volverá a sonar con fuerza cuando algún equipo argentino busque DT. Con 60 años, el entrenador argentino-boliviano sabe que el margen de error es mínimo en el fútbol de élite. Su caso expone también la vorágine del fútbol sudamericano, donde los proyectos duran lo que duran los resultados.
EL COMUNICADO OFICIAL DEL GREMIO:
El Gremio Foot-Ball Porto Alegrense comunica el final del trabajo del técnico Gustavo Quinteros en el Tricolor. Junto con el profesional, también dejan el club sus asistentes.
Gustavo Quinteros deixa o comando técnico do Grêmio.https://t.co/Y3h0zi4LMg
— Grêmio FBPA (@Gremio) April 17, 2025
El Gremio agradece los servicios prestados por el entrenador y su cuerpo técnico, Leandro Desábato, Maximiliano Quesada, Rodrigo Quinteros y Hugo Roldán, y les desea éxito en los próximos desafíos de sus carreras.