Martín Demichelis, contra las cuerdas: un juicio de 85 mil espectadores que podría marcar el presente y el futuro del DT en River

Un día de tregua. Eso tuvo River este viernes en el anteúltimo entrenamiento previo al duelo del domingo a las 18.30 con Sarmiento. Porque aunque la serie con Talleres de los octavos de final de la Copa Libertadores es el primer gran objetivo del semestre, la octava fecha de la Liga Profesional se volvió un partido crucial para Martín Demichelis: el Monumental será un cabildo abierto. Un juicio de 85 mil espectadores que podría marcar el presente y el futuro del entrenador. Antes de lo que será una jornada con un impensado morbo a una semana del regreso de la actividad oficial, el plantel y el cuerpo técnico compartieron el habitual asado de los viernes en el River Camp con la intención de transmitir unión y calma en medio del potente temporal.

Como es habitual, Demichelis arribó al predio antes de las siete de la mañana. Primero en llegar y último en irse, el DT citó a los futbolistas para la práctica a las 9.30 en una mañana sin precisiones sobre el equipo que pueda elegir para el domingo: hubo gimnasio en un primer turno y luego regenerativo para los titulares contra Godoy Cruz y fútbol reducido entre los que ingresaron y los que no sumaron minutos. Sin Facundo Colidio por una sinovitis en su rodilla derecha, se estima que ingresarán Manuel Lanzini o Ignacio Fernández y que el equipo tendría solo retoques con respecto al de los últimos dos juegos. Una vez finalizado el entrenamiento, todos compartieron el almuerzo, con la presencia de los secretarios técnicos Enzo Francescoli y Leonardo Ponzio y el vocal titular Eduardo Barrionuevo, pieza importante del fútbol profesional que acompaña habitualmente al plantel.

Al volver de Mendoza el jueves, en la primera práctica tras la derrota, tanto Francescoli como Ponzio no estuvieron presentes, sino que se reunieron con Demichelis por la tarde en una oficina del Monumental para ponerle paños fríos a la situación, revisar el presente futbolístico y seguir delineando el mercado de pases. "Fue una reunión deportiva, de trabajo y de apoyo", le comentaron a LA NACION. Ese mismo día, por la mañana, el entrenador habló con su cuerpo técnico y con el plantel profesional y les expresó a todos su voluntad y su fuerza para revertir la crítica situación del equipo.

Este viernes, luego de los trabajos en River Camp, se dio una segunda charla con los integrantes de la secretaría técnica con la misma sintonía. Desde que perdió con Godoy Cruz, el DT siempre dejó en claro que no tuvo ni tiene la idea de presentar su renuncia y que apuesta a torcer una historia que, para gran parte de la Comisión Directiva, está terminada. Y ahí radica una de las mayores dificultades de su escenario: Demichelis ha quedado muy debilitado,con poco sostén dirigencial, pero con un fuerte amparo de Matías Patanian, el vicepresidente primero y el hombre más fuerte de la actualidad del fútbol millonario.

Patanian hoy se encuentra en España por diversos asuntos personales, laborales y de la vida del club -entre ellos el futuro de Franco Mastantuono- y por eso no estuvo presente ni en Mendoza ni en las reuniones que se dieron entre jueves y viernes con el entrenador. A su vez, el presidente Jorge Brito también se encuentra en el Viejo Continente y está ante una encrucijada: cada vez son más las voces de la comisión directiva que le marcan la fecha de vencimiento del ciclo. Por eso, hoy opta por una posición más neutral, sin desoír ni subestimar un reclamo popular que se espera de forma explosiva el domingo.

Demichelis ha llegado a un punto de extrema sensibilidad: ganar ante Sarmiento sería recuperar un poco de aire, pero empatar o perder con una nueva actuación deslucida del equipo podría derivar en una irrupción anticipada de un contrato firmado hasta diciembre de 2025, fecha en la que también termina el mandato de Brito. Es que no son pocos los dirigentes que entienden que, frente a un contexto hostil de parte del público que vuelva irreversible la relación, el DT puede llegar a optar por dar un paso al costado. Así, también se evitaría el costo político y económico de tener que romper el vínculo, algo que en River no ocurre desde 2012 cuando Daniel Passarella despidió a Matías Almeyda. Por eso, nadie puede asegurar qué ocurrirá el domingo pasadas las 20.30 cuando finalice el partido.

Con una idea marcada de intentar respetar los contratos y tras el apoyo de Francescoli y Ponzio para una continuidad atada al día a día, la cúpula dirigencial hoy se debate internamente qué pasos dar a futuro. No parece haber más garantías después del fin de semana. Porque, sumado a la bronca y el malestar del hincha con Demichelis, en Mendoza ya se dieron los primeros cánticos contra los jugadores y ante Sarmiento el Monumental también podría apuntar contra los directivos.

La paciencia del público millonario parece haber llegado a su fin. De ahora en más, cada partido será un examen para Demichelis, quien sabe más que nadie que está seriamente apuntado por el hincha y tendrá que generar un potente golpe de efecto para transformar la imagen de un equipo inseguro, endeble y confundido. Contra las cuerdas.

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