Novak Djokovic, el dueño del escenario en Australia: una leyenda que acelera en la ruta de la gloria
Ayer a las 03:43 PM
Desde antes de comenzar el torneo, una vez que se conoció el sorteo del cuadro principal del Australian Open, los focos habían quedado puestos en este partido, el primer gran duelo de la temporada: Novak Djokovic contra Carlos Alcaraz, la leyenda contra la juventud, el hombre de los 24 títulos de Grand Slam ante un adversario con aires de prodigio, que buscaba su primera corona en el torneo oceánico. Espectáculo asegurado, no defraudaron el serbio y el español en un duelo brillante, repleto de puntos de alto vuelo, uno de esos partidos donde los highlights se llevan mucho más que los tres o cuatro minutos habituales.
Lo ganó la experiencia, se lo llevó ese jugador que es para muchos –y con buenos argumentos- el mejor de todos los tiempos. Djokovic está una vez más en las semifinales de un Grand Slam que ya conquistó 10 veces. Lejos de aburrirse o de perder motivación, pisa una vez más el acelerador en la ruta de la gloria. Está a dos pasos de su 25º título grande; pasó un reto muy importante, el número 3 del mundo, y tiene por delante al número 2 –Alexander Zverev-, y si avanza, el domingo podría cruzarse con Jannik Sinner, el líder actual del circuito. Puede lograr otra hazaña, de las tantas a las que nos acostumbró, o no. Pero Djokovic, esa leyenda que en mayo cumplirá 38 años, demostró que sigue vigente, cómo no.
Hoy, Djokovic es el 7º del ranking. Atrás quedaron las 428 semanas en las que comandó el circuito ATP. Es una circunstancia: el año pasado, lastrado por algunos problemas físicos, sólo jugó 11 torneos, y el único que ganó –el oro olímpico en París, nada menos- no daba puntos para el ranking. Eso explica su declive en la clasificación semanal. Pero casi siempre está en las etapas decisivas: cuartos, semifinales o final. Por eso también está dentro de los 10 mejores con apenas un puñado de torneos en el bolso. Es el único jugador en la historia con 50 semifinales de Grand Slam (12 en Australia y Roland Garros, 13 en Wimbledon y el US Open), por delante de las 46 de Roger Federer y las 38 de Rafael Nadal, y está muy cerca de ser el finalista más viejo del Australian Open, desde que Ken Rosewall llegó a esa etapa en 1972, cuando tenía 37 años y 62 días.
¿Cómo explicar el triunfo de Djokovic sobre un Alcaraz desafiante e impetuoso? El duelo generacional decantó del lado del serbio a partir de una suma de factores. El serbio superó una desventaja –los achaques lógicos de un cotejo de alta intensidad- con su enorme capacidad competitiva, el oficio para manejar los tiempos –cuando salió de la cancha para ser atendido-, y capturar esas oportunidades –quiebres en el arranque de cada set- que quizás en otros partidos no tendrían tanta relevancia, y sí en un clásico de este tipo, de resolución por detalles, cuando el olfato del cazador avezado aparece en los momentos decisivos.
Lo mejor del partido
Supo recomponerse a un arranque adverso en el desarrollo y en el resultado, y tuvo ojo quirúrgico para atacar cuando detectó dudas en Alcaraz, sorprendido porque el serbio pasó de tener poca movilidad en el primer set, a entrar con todo en el segundo parcial. "Me di cuenta de eso y lo usé en mi beneficio. Ya estuve en esa situación en la que mi rival muestra problemas, pero sigue jugando y después se siente mejor", aceptó después de la batalla. Djokovic es un Rolling Stone, una leyenda que sabe manejarse con soltura en los grandes escenarios con la sapiencia que dan los años, capaz de generar su propio clima favorable cuando es conveniente. Cuando el español tuvo la ocasión de volver –los dos break-points que tuvo para igualar en el cuarto set-, Nole apareció en toda su dimensión para conservar la ventaja y cerrar el partido a tiempo por 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4, en tres horas y 17 minutos.
Satisfecho con las disculpas de Toby Jones, el periodista del Channel 9 australiano que le había dedicado un par de comentarios irrespetuosos días atrás, Djokovic volvió a hablar. "Este fue uno de los partidos más épicos que jugué en esta cancha", contó, como si hubiera recordado aquella final de casi seis horas contra Rafael Nadal en 2012, acaso la más increíble de sus 99 victorias en el Melbourne Park. Se permitió bromear con su familia, que lo alentó desde un palco. "Gracias por apoyarme, pero son casi la 1 de la madrugada, me sorprende que estén aquí. ¿cuándo van a irse a dormir?", les señaló a sus hijos Stefan y Tara, que le hacía el clásico gesto de "tarde" con el índice apuntando a un imaginario reloj en su muñeca derecha. Ellos ya tienen la edad para ser conscientes de todo lo que genera su padre famoso. Otro factor que ayuda a la motivación de un jugador de época.
Luego añadió: "Estoy súper orgulloso de haber ganado en cuatro sets a Carlos, un jugador que lleva mucha energía e intensidad al partido. Ahora me enfrento a Zverev, que está en gran forma, y que pelea por ganar su primer Grand Slam. Es un rival muy peligroso en esta superficie, así que me viene bien tener un día más de descanso. Haré todo lo que pueda para recuperarme junto a mi equipo. Sinceramente, estoy preocupado por los problemas físicos. Si hubiera perdido el segundo set, no sé si habría seguido jugando. Espero llegar preparado para jugar cinco sets". Es cauteloso el serbio, sabe que a esta altura de su carrera tiene que manejar con prudencia la parte física. Pero, del otro lado, sus rivales también ya lo tienen claro: Djokovic, el hombre que lo ganó todo, que no ha perdido el apetito, está de nuevo en una semifinal grande. Con todo lo que eso significa.