Opinión: River, así no se puede

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Ya pasaron 13 partidos desde que comenzó el año y River no aparece. No se puede entender ni aceptar ese presente futbolístico.

No se puede entender ni aceptar este momento futbolístico tan irregular e inestable que esta atravesando River. No hay forma de comprender todo este desconcierto que nos provoca partido a partido. Un equipo que deja la sensación de poder ganar, empatar o perder con cualquiera. Al que le cuesta mucho todo. Que en un mismo momento del partido puede hacer y recibir goles. Que no tiene dominio del trámite del partido. Que aparenta estar para un 3 a 1, termina 2 a 2 y por fortuna no se pone 2-3. Basta de seguir jugando de esta manera. Valorando ratitos buenos cuando necesitamos partidos enteros y completos en buen nivel. Nunca en este club "el vaso medio lleno" tiene que ser el consuelo después de cada actuación que no convenza. Acá no alcanza con eso. En River hay que ganar y juegar bien. Y si es posible en todos los partidos. No se trata de una demanda excesiva. Solo es respetar un estilo y un prestigio de una camiseta que a lo largo de su poderosa historia nos acostumbró a otra cosa y no a todo esto.

River no sabe casi nada

Ya son 13 los partidos disputados en el 2025 y el equipo no aparece. Es cierto que sólo son dos meses de competencia de un año que será largo. Un periodo demasiado pronto para sentenciar el futuro, pero que no nos impide analizar el pasado reciente y este presente. River juega mal. No tiene funcionamiento colectivo. Tiene fallas en todas sus lineas y hoy parece ser muy dependiente de sus individualidades. No hay conexiones entre defensa, mediocampo y ataque. No existen sociedades. No sabemos todavía cuál es la zaga central que mejor se entiende. No hay buena coordinación entre los laterales y los volantes por afuera No tenemos claro quien es el acompañante ideal para Enzo Pérez. Tampoco quien es el compañero correcto del 9. No hay una dupla que se busque, se junte y juegue de memoria. Ni los extremos que potencien con sus acciones, la presencia ofensiva dentro del área rival. River se convirtió en un equipo de buenas intenciones pero malas resoluciones. Un combo que no le cierra ni le sirve a nadie, solo a sus rivales de turno.

Gallardo, preocupado. River no mejora y se viene la Libertadores.

Marcelo Gallardo, con su enorme espalda, salió a pedirle paciencia a la gente en la conferencia de prensa post partido. Los fundamentos de su mensaje suenan creíbles y lógicos. La construcción de un equipo nuevo y que juegue bien lleva su tiempo. No se hace de la noche a la mañana ni de un día para otro. El problema no sería ese. Acá lo preocupante es el mientras tanto. Seguimos sin observar virtudes. No nos dan motivos para entusiasmarnos. Repasamos el camino realizado hasta ahora y no encontramos puntos altos. Apenas resaltamos el 2do tiempo contra Independientey los 90 minutos frente a Atlético Tucumán. Nada más. Y lo inquietante es que esas imágenes en vez ser lo normal y natural, se están convirtiendo en la excepción. Eso es lo que provoca el malestar y la desconfianza. El acumulado de actuaciones flojas. Las dudas que se mantienen con el paso del tiempo y con las disputas realmente importantes a la vuelta de la esquina. El Muñeco se tuvo que sentar en casi todas las conferencias de prensa a explicar porque River no funciona. No es algo común. Como tampoco lo son los reiterados silbidos del Monumental. Pasó contra San Lorenzo, también con Estudiantes y ahora con Rosario Central. No es normal que se silbe al River de Gallardo. Sin embargo analizando lo que vemos tampoco es una reacción que nos llame la atención ni nos sorprenda.

Hay que dar vuelta la página

Es momento de despertar. De dar la cara. Si hay que cambiar la forma de jugar para tomar confianza, el DT deberá hacerlo. En época de confusión y dudas, lo rebuscado parece aportarle más dificultad a esta actualidad. Quizás sea momento de apostar por algo más simple y tradicional que le permita al jugador recuperar la confianza. El 4-1-4-1 que utiliza Gallardo como sistema de juego no es un experimento. Es un esquema muy utilizado pero que hoy no está funcionando. Poner a Rodrigo Aliendro por izquierda con la cancha cambiada, salió mal. Se notó a Lucas Martínez Quarta y German Pezzella con mucho espacio por cubrir y corriendo para atrás cuando habia que defender. A Maxi Meza tirado de extremo pero interviniendo mejor cuando se cierra y va por adentro. A Giualiano Galoppo más preocupado en no dejar solo a Enzo Perez, que en pisar el área explotando sus virtudes ofensivas. A Borja en soledad, con su habitual quietud y falencias de maniobra pero sin una compañia cerca que arrastre marcas y lo ayude a finalizar su sequia goleadora. Nada está funcionando. Todo se limita a la tarde/noche inspirada que tenga un jugador de River y eso no está pasando. Sólo Franco Mastantuono (aún con sus pecados de juventud) se anima hacer algo que pueda romper el molde. O las apariciones auspiciosas de Ian Subiabre desnivelando con un freno o una gambeta. Los pibes son los mejores y eso que todavía se les nota su juventud e inexperiencia pero no se inhiben e intentan más que los apellidos consagrados y de trayectoria. Entró con ganas y movilidad Kevin Castaño. La pidió, se mostró, no se escondió y provocó algun aplauso cuando fue a patear un corner. Pensar que el colombiano resolverá todos los problemas con su sola presencia es un error tan grande como el propio Monumental. Deberá insertarse en un equipo que tenga la estructura necesaria para que él pueda aportar lo suyo.

Se nos viene la Libertadores. El miercoles en Perú será el estreno ante Universitario y el inicio del gran sueño que todos tenemos para este 2025. La verdad es que esta realidad no nos hace sentir candidatos. Andamos con la autoestima baja para una ilusión que cuando arrancaba el año tenía un poco más de fuerza. Estamos en sintonia con el rendimiento del equipo: tenemos dudas y poca confianza. Es necesario cambiar esa energía lo más pronto posible. Contagiar de adentro hacia afuera. La gente llena la cancha pero se va desilusionada. Es hora de reaccionar y de levantar al hincha. De demostrar que los muy buenos apellidos que tiene este plantel también pueden ser buenos jugadores. Que todavía tienen vigencia y mucho por aportar. Que el pasado ya está escrito y nadie podrá borrarlo pero tienen un compromiso con el futuro deportivo de este club y deberán hacerse cargo. No está bueno verlo a River apagado. Sin juego ni espíritu. Sin intensidad ni presencia. De mandíbula frágil y trompada débil. Gallardo armó un plantel para ganar cosas importantes. Y tanto él como sus futbolistas deberán estar a la altura de esos objetivos. Vamos a volver a creer. Mantener intactas las expectativas. Renovaremos la cuota de paciencia una vez mas. El miércoles nos sentaremos frente a la tele para ver el debut en la Copa, con el firme deseo de sentirnos representados. Esperando esa actuación que nos permita soñar otra vez en grande. Hay que modificar el chip. Todavía hay tiempo de convertirnos en otro equipo. En uno diferente al de ahora. Habrá que reinventarse. Todo cambio positivo sera bienvenido porque esta claro que de esta manera no podemos seguir jugando.

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