"¡Argentina campeón, Videla al paredón!" Todo lo que sabes del Mundial 78 no es cierto
12/28/2024 11:00 PM
Lo cantóAndrés Calamaro en Crímenes perfectos: "Soy de la quinta que vio el Mundial 78, me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor".
Disney Plus Argentina ha estrenado una serie documental sobre el evento, Argentina 78, que se podrá ver pronto en España. Adapta el libro 78. Historia oral del Mundial, de Matías Bauso, con más de 150 entrevistas a los protagonistas del Mundial. ¿La tesis de Bauso? Los recuerdos sobre Argentina 78 son más que engañosos. Lejos de los tópicos que circulan sobre instrumentalizaciones militares y heroicidades populares, Bauso pinta un panorama de grises y repleto de contradicciones. Complejidad reflejada en el libro por testimonios como el de un militante de izquierdas encarcelado esos años: "Yo estaba en Sierra Chica con otros doscientos presos de distintas organizaciones armadas. La idea era no mezclar el Mundial con la dictadura. Debíamos respetar la realidad futbolística del país y la cultura de nuestro pueblo. Así como los presos sabíamos que no teníamos que regalarles a nuestros carceleros, ni nuestro cumpleaños, ni la Navidad, ni otras fechas importantes, tampoco les íbamos a regalar el fútbol. Por supuesto queríamos que Argentina ganara, en esto hubo unanimidad. Pero nuestra actitud en el Mundial fue muy digna".
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Hablamos con Matías Bauso (Buenos Aires, 1971) sobre las leyendas urbanas del Mundial y sobre cómo los militares rentabilizaron el triunfo de la selección argentina… pero se les acabó volviendo en contra.
PREGUNTA. Dices que hay un agujero entre lo que fue el Mundial 78 y lo que se cree que fue, una serie de lugares comunes convertidos en realidad por pura repetición, como si la memoria dominante del Mundial se hubiera construido a posteriori.
RESPUESTA. Te pongo un ejemplo: los argentinos recuerdan haber visto el Mundial por la tele en colores, pero solo se vio en colores fuera del país, en Argentina se vio en blanco y negro.
P. Este proceso de desmemoria afectó también a los futbolistas, ¿verdad?, presumiendo a posteriori de actitudes épicas durante el Mundial que no sucedieron en realidad. ¿A qué se debe esta distorsión de la memoria mundialista?
R. Yo lo llamo heroísmo retrospectivo. Gente que acomoda los hechos para quedar mejor cuando se echa la vista atrás. Argentina ganó el Mundial. Cuando revisas los artículos y las imágenes de la época, ves que hubo las manifestaciones populares más grandes de la historia del país, hubo que esperar al Mundial Qatar 2022 [ganado también por Argentina] para que se repitiera algo semejante. Pues bien, cuando me puse a escribir el libro, me costó dar con una sola persona común que admitiera haber celebrado los triunfos de Argentina en el 78. Es más, cuando les preguntabas si habían salido a la calle, mucha gente decía: "No, no, si yo en la final iba con Holanda".
P. ¿En serio?
R. Sí. Cuando la primera persona que entrevisté —un historiador— me dijo que no lo celebró, pensé, bueno, uno puede ser. Pero después de él, vino otro, y otro, y otro… No es que mintieran conscientemente, creo que se fueron autoconvenciendo de que las cosas ocurrieron así.
P. ¿Y los jugadores?
R. Años después del Mundial, algunos jugadores de la selección argentina, empezaron a contar cosas del tipo: cuando marqué gol, insulté al palco de autoridades porque tenía un amigo desaparecido. O: cuando Videla [líder de la junta militar] vino al vestuario, le di la mano tras tocarme los genitales. ¡Son cosas que no eran ciertas! P. ¿Por qué mentían? R. Porque, con el paso del tiempo, ganar el Mundial pasó de gesta deportiva a hecho vergonzante, de fiesta popular a evento bochornoso. La gente intentó desprenderse de su vinculación efectiva y anímica al evento.
P. ¿Cuándo cambió el relato sobre el Mundial?
R. Cambió en varias fases. Primero, en 1983, durante la transición a la democracia, cuando se empezó a conocer masivamente lo que pasó durante la dictadura. Antes de la democracia, se conocía la existencia de los desaparecidos, pero no el horror detallado de lo que fue todo aquello. Segundo, durante el Mundial 86, con la figura mítica de Maradona. Cuando Argentina logró su segundo título del mundo, pudimos poner en tela de juicio el primero. Tercero, la década kirchnerista, que cambió el modo en que mirábamos la dictadura, al poner el foco en cómplices y partícipes de las violaciones a los derechos humanos. Dentro de esa mirada retrospectiva, el Mundial fue de las primeras cosas en caer, había que derribar el mejor momento de la dictadura, porque va el Mundial 78 fueron claramente sus mejores 25 días. Si la dictadura fueron 3000 días de excepción, los 25 días del Mundial fueron excepcionales dentro de la excepción, diferentes a los demás.
P. ¿Hasta qué punto fue el Mundial de la dictadura?
"Los militares intentaron utilizar el Mundial para tapar los crímenes de la dictadura… pero lograron lo contrario a nivel internacional"
R. No se puede entender el Mundial 78 sin la dictadura, pero tampoco lo se puede explicar solo desde la dictadura. Por varios motivos. Primero, porque a Argentina le dieron el Mundial mucho antes de la dictadura, en 1964. A partir de 1970, todos los gobiernos previos a la dictadura intentaron sacar provecho de su organización, incluidos los peronistas, que lo tomaron como una causa propia.
Dicho esto, aunque los militares trataron de rentabilizar al máximo el Mundial, se cruzaron otros factores en su camino. Hay que entender que cualquier gran evento deportivo es un hecho político, tiene consecuencias económicas y produce un hecho sociológico, un fenómeno popular. Las tres facetas se entrecruzaron en Argentina 78.
Se dice que los militares utilizaron el Mundial para tapar los crímenes de la dictadura, gran axioma del evento, pero lo correcto es decir que los militares INTENTARON utilizar el Mundial para tapar los crímenes de la dictadura… pero lograron justo lo contrario a nivel internacional. Como un Mundial pone los focos sobre el organizador, todo el mundo se enteró fuera del país de que en Argentina se violaban los derechos humanos.
Los militares se centraron en aparentar normalidad en las calles durante el Mundial, es mostrar una realidad cotidiana, tranquila y sin ametralladoras, fruto, según ellos, de la estabilidad del régimen. Eso lo lograron. Pero el movimiento de boicot al Mundial prendió fuerte en países como Suecia, Holanda o Francia. Las violaciones a los derechos humanos en Argentina llegaron a las portadas de los periódicos europeos, y el ciudadano común pensó: "Ah, que ese tipo de traje y bigote que parecía un presidente argentino razonable es en realidad un asesino". Gracias al Mundial, por ejemplo, Europa conoció por primera vez a las Madres de la Plaza de Mayo.
P. Una de las tesis del libro es que a la dictadura militar le vino bien el Mundial a corto plazo y mal a largo plazo. Al calor de la victoria de la selección argentina, los militares se vinieron arriba y tomaron decisiones políticas que se les acabaron volviendo en contra, ¿verdad?
R. Hay una cosa un poco técnica, pero útil para entender esto. Argentina era un país muy cerrado y autoritario. No funcionaba ningún mecanismo democrático. Antes del Mundial, la junta militar pensó en hacer una mínima apertura democrática en pequeños municipios del interior, como acababan de hacer los brasileños [otra dictadura militar entonces]. Pero, tras ganar el torneo y ver a las masas celebrando, se olvidaron de la apertura: los militares se envalentonaron, creyeron que les estaban festejando a ellos, pero no, las masas solo celebraban un triunfo futbolístico.
Los argentinos habían pasado décadas y décadas diciendo que ellos eran los mejores del mundo jugando al fútbol… pero no le ganábamos nunca a nadie, pero a nadie. Era un relato instalado en la sociedad sin ningún fundamento real. En el Mundial 74, Argentina jugó seis partidos y ganó uno… a Haití. ¿Cómo ibas a ser el mejor del mundo? Eso es lo que la gente salió a festejar en el 78, que ¡por fin, y esta vez en serio, éramos los mejores del mundo!
P. ¿El triunfo nubló el juicio a los militares?
R. Tendemos a sobrestimar a los militares. Se les pinta como unos villanos de cómic extremadamente inteligentes, cuando eran, aparte de su maldad, bastante tontos e incapaces. Se les futbolizó la cabeza. Confundieron el fenómeno sociológico (la explosión espontánea de júbilo, por el título), con un respaldo a su gobierno. De hecho, pensaron que se podía replicar las veces que hiciera falta, pero las victorias a España y Portugal en hockey sobre patines, los triunfos de Guillermo Villas en tenis, o la primera victoria de Argentina en un Mundial juvenil, con un equipo extraordinario con Maradona, no lograron generar explosiones de júbilo ni remotamente similares. ¿Qué tuvieron que hacer los militares para volver a tener a las masas contentas? Ir a la otra gran aventura nacionalista: Malvinas. Ahí sí consiguieron volver a sacar a la gente a la calle… y fue el fin de la dictadura. Los militares malinterpretaron las señales mundialísticas. Pensaron que el Mundial lo habían ganado ellos.
Otro ejemplo: en el 79, los militares dejaron venir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, porque se confiaron tras el Mundial, pensaron que la normalidad en la que había transcurrido el evento, había normalizado la visión internacional de la dictadura, pero era justo lo contrario, gobernantes, periodistas y ciudadanos extranjeros ya sabían —en parte gracias a la difusión del Mundial— que Argentina era un régimen criminal, con torturas, desaparecidos y corrupción.
En otoño del 78, tres meses después del Mundial, los reyes de España vinieron de viaje oficial a Argentina, pactado desde mucho antes. La visita se recuerda porque en una recepción, le robaron la capa a la Reina Sofía, lo que generó un escándalo. Pero más relevante que eso fueron las fotos del rey Juan Carlos con los militares: cuando tenía que saludarles, les daba la mano desde lejos, su equipo de protocolo le había dicho: por favor, que no te fotografían abrazando a uno de esos. No querían una foto de Juan Carlos, símbolo entonces de la recuperación democrática española, abrazando a unos dictadores. La imagen internacional de Argentina había cambiado para siempre.
P. Todas las contradicciones políticas de la época se concentraron en la figura de Luis Menotti, un hombre de izquierdas entrenando a una selección que la junta militar intentó instrumentalizar. Con el cambio de relato sobre el Mundial, Menotti pasó de la gloria a un callejón sin salida. ¿Cómo gestionó las contradicciones?
R. Cuando entrevistabas a Menotti, siempre te decía que el fútbol y políticos no tienen nada que ver. Que Videla, Alfonsín o Perón no jugaban, los que jugaban eran los futbolistas. Lo decía porque se sentía acorralado. Menotti fue elegido en democracia. Cuando la junta militar llegó al poder, pensó que le echarían, pero no, los nuevos encargados del fútbol sabían que era el único que tenía un plan: Menotti fue el creador de la selección argentina moderna, le dio un sistema y una estructura que no existían. Lo curioso es que Menotti estuvo varias veces cerca de tirar la toalla antes del Mundial, pero no por los militares, sino por las hipercríticas de la prensa, presentó la renuncia en varias ocasiones, pero sobrevivió. Llegada la democracia, Menotti pasó a la historia como el director técnico [seleccionador] del Proceso [sobrenombre de la dictadura militar]. Cargó con ese estigma durante años. A
A Menotti le hicieron seleccionador los peronistas en democracia y fue campeón con los militares en dictadura. Bilardo, por contra, fue elegido seleccionador durante la dictadura, pero salió campeón [México 86] en democracia. Son esas paradojas que solo pueden pasar en Argentina.
Menotti era un militante comunista, pero sobre todo un obseso del fútbol: quería ser campeón del mundo como fuera. En honor a la verdad, pudo dejarse llevar por los tiempos y hablar bien de los militares cuando estaba en el cargo, pero nunca lo hizo. En 1979, cuando salió la primera solicitada [manifiesto y recogida de firmas de famosos e intelectuales] para denunciar la situación de los desaparecidos, Menotti y Borges, los dos personajes más populares del país en ese momento, la firmaron. Eso no convierte a Menotti en un héroe cívico, eh, pero tampoco se le puede tachar de colaboracionista. Ni una cosa ni la otra.
A los jugadores de la selección les sucedió algo parecido: pasaron de héroes a colaboracionistas, sufrieron muchísimo ese cambio en la percepción popular. Fueron muy maltratados. De los 22 jugadores, solo unos pocos lograron gran sustento económico, era otro fútbol, si hubieran nacido hoy, sus nietos serían millonarios, pero algunos de ellos acabaron trabajando de serenos o taxistas, con dificultad para llegar a fin de mes, o viviendo de una pensión muy magra de la AFA [Asociación de Fútbol Argentino]. En los últimos años, tras la salida de mi libro y la muerte de alguno de los jugadores, su imagen mejoró. Como ya están mayores, la mirada sobre ellos se ha vuelto más piadosa y compasiva que antes. El otro motivo para el cambio fue el triunfo argentino en Qatar 2022, con el invento de marketing de la tercera estrella en las camisetas, que significa que ganaste tres mundiales. El Mundial 78 empezó a reivindicarse otra vez por las tres estrellas. El 78 formaba parte ahora de un linaje de triunfos.
P. Respecto a la postura de la guerrilla, tras mucha discusión interna sobre qué hacer durante el Mundial, si boicotearlo o no, los Montoneros llegaron al eslogan: "Argentina campeón, Videla al paredón", lo que reflejaba cierta sofisticación política. ¿Cómo gestionaron los equilibrios mundialísticos los Montoneros?
R. El reflejo natural inicial de Montoneros fue: ataquemos el Mundial. Hasta que se dieron cuenta de que querían a la gente de su lado, de que ganar un Mundial era un viejo anhelo popular desde hacía décadas. Los Montoneros acabaron entendiendo esto, y lanzaron ese eslogan, que era muy eficaz.
"Videla habló sobre la paz. Hubo meros aplausos protocolarios. Era un que se calle el del bigote y empiece el partido"
Les costó mucho llegar a esa posición porque tenían una mirada bastante necia sobre la realidad, por decirlo de alguna forma, solían analizar la coyuntura de maneras muy torpes. Al igual que los militares, los Montoneros pensaron que el Mundial lo habían ganado ellos, que les fue bárbaro, y lanzaron la desastrosa contraofensiva: acabaron matando a todos los militantes que volvieron a guerrear desde el exilio, solo se salvaron los jerarcas montoneros, refugiados en Europa con los millones del secuestro de Borne [heredero de un emporio económico raptado por los Montoneros, que cobraron 60 millones de dólares por el rescate].
Los Montoneros se comprometieron a no realizar acciones militares (como las llamaban ellos) durante el Mundial a menos de 600 metros de estadios o instalaciones con delegaciones internacionales. Hay serias sospechas de que fue una decisión pactada con Massera [tercer integrante de la junta militar, uno por cada rama del ejército] a cambio de dos millones de dólares. ¿Cómo se sabe? Lo denunció una diplomática de la embajada argentina en París, a la que mataron después del Mundial. Los Montoneros niegan el pacto con los militares.
Los Montoneros compraron muchas entradas para el Mundial. Eran paquetes para turistas europeos, pero como no vinieron muchos, los Montoneros acumularon esas entradas. ¿Para qué? Querían distribuirlas entre la gente, para que cantaran canciones de resistencia durante los partidos y los cánticos se contagiaran al resto del campo. Pero la gente agarró la entrada y no cantó nada. No hubo ni un canto de resistencia en todo el Mundial. No obstante, cuando anunciaban por megafonía la llegada de los jerarcas militares al campo, tampoco había grandes ovaciones. Durante la inauguración del torneo, Videla habló sobre la paz, en un discurso de un cinismo único. Hubo meros aplausos protocolarios. No hubo euforia. Era un “que se calle este señor del bigote y empiece el partido”.
Los Montoneros intervinieron la señal de un canal de televisión y lanzaron algún proyectil contra edificios públicos, pero sus acciones no tuvieron repercusión mediática alguna. Pese a ello, su valoración del Mundial fue tremendamente triunfalista para sus intereses, pensaron que el régimen estaba de retirada, pero el hecho es que el Mundial (y el pos-Mundial) fue el mejor momento de la dictadura. ¿Qué pasó? Como ya he dicho, mandaron a sus militantes de vuelta a Argentina y no quedó casi ni uno vivo, fue la última gran masacre clandestina de la dictadura, a partir de entonces, los muertos o desaparecidos fueron casi por reflejo o por intereses personales de las facciones militares, por ejemplo, Massera ordenó matar al marido de su amante y a otro señor porque quería quedarse su negocio, casos que le acabaron poniendo ante la justicia.
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P. En el libro incluyes varios relatos de cómo vivieron los presos políticos el Mundial desde los centros de detención. Hubo diversas actitudes, algunas de ellas contradictorias. ¿Podrías hacer una síntesis de lo que pasó allí?
"Los partidos eran un oasis para los presos, no les importaba que las victorias solidificaran la posición política de sus torturadores"
R. Mi síntesis puede sonar un poco fuerte. Siempre se dijo que mientras Argentina marcaba goles en la cancha de River, a 600 metros de allí, se torturaban presos en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada). La realidad es que los presos celebraban los goles en la ESMA. O el impresionante poder del fútbol. ¿Esto está bien o mal? No tengo la menor idea, lo que sí sé es que el fútbol provoca estas cosas.
Los partidos eran un oasis para los presos, que hacían fuerza por Argentina, no les importaba que las victorias solidificaran la posición política de sus captores, que les torturaban y habían hecho desaparecer a compañeros o familiares. Era el fútbol. Era lo que deseaban ver desde que eran pequeños: Argentina, campeona del Mundo. Kempes marcaba y ellos lo celebraban. Los torturadores obligaban a los torturados a ver juntos los partidos. Una cosa de no creer. Hay casos increíbles. Claudio Tamburrini, arquero del Almagro, fue uno de los pocos que logró escapar de un centro de detención, en enero del 78. Durante seis meses, Tamburrini se ocultó en la casa de un familiar. Pues bien, la primera vez que salió a la calle, fue para celebrar el triunfo de Argentina a Perú durante el Mundial, mezclado entre la multitud. El poder del fútbol.
P. Todos los eventos deportivos de este tamaño tienden a pasarse de presupuesto, pero lo de Argentina 78 fue algo exagerado. Y eso que un sector de los militares quiso hacer un Mundial austero. ¿Por qué salió tan caro el Mundial?
R. En la segunda reunión de la junta militar, Videla preguntó: ¿Qué hacemos con el Mundial? Massera le respondió: hagámoslo, pero ¿por cuánto saldrá? Videla: por 70 millones. Massera: pongamos 100 millones de tope. Pues acabó saliendo por 700 millones (unos 100.000 millones de dólares al cambio). Cuatro años después, España 82 salió por 150 millones de dólares. 700 millones contra 150. ¿Qué pasó? Hay que reconocer a los militares gran capacidad logística: cuando ellos llegaron al poder, solo estaban construidos los fosos de los estadios nuevos. También construyeron el centro televisivo de la nada. Todo ello en solo año y medio. Eso es cierto. Pero hubo grandes actos de corrupción en las obras, nunca se rindieron cuentas. El gasto fue absolutamente desmesurado por la combinación de prisas y corrupción.