Manuel Pellegrini, en el Betis: 'El Milagrito'…y mancha que te quito

John Fitzgerald Kennedy debería haber vivido muchos años más, entre otras cosas por las frases que dejó. Aquella de "el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano" es oro molido aplicable a cien millones de situaciones cada día. La del Real Betis, sin ir más lejos, en la que más de uno sigue empeñado en apadrinar el éxito de la era Pellegrini aunque no se sabe dónde estará si algún día llegara el fracaso. En la cúpula verdiblanca escuece que se catalogue lo del chileno como "milagro". Esta temporada ha tardado más de la cuenta en obrarse y, en la tarea, el Dios bético de los banquillosse ha aparecido mortal, con sus defectos al descubierto. De ahí que, y para no herir sensibilidades, en adelante lo llamemos El Milagrito.

Pero milagrito es el diminutivo de milagro, no de "gran trabajo en equipo coordinado en la sombra por quien manda". Milagrito es también un jingle histórico, la melodía publicitaria de una marca de desengrasante sevillano que se metió en la sien de cualquiera hace años y ahí sigue, sin salir: "Es Milagrito…y mancha que te quito". El soniquete retrata al detalle lo que ha pasado en el Betis de Haro y Catalán desde su llegada: unas estructuras crecientes, unas grandes mejoras de instalaciones, una paz social, unos fichajes muy grandes…y una mancha deportiva que sólo pudo quitar la llegada de Manuel Pellegrini.

Una verdad incontrovertible

Manuel Pellegrini y Ramón Alarcón, en un entrenamiento del Betis (Foto: Kiko Hurtado).

Esa verdad incontrovertible molesta una barbaridad entre los nuevos dueños del Betis de los béticos. Llevan años tratando de dinamitarla entre bastidores, por supuesto sin lograrlo porque los béticos son insobornables, para lo bueno y para lo malo. Han visto al Betis de Rubi y al de Quique Setién, por ejemplo, con grandes jugadores que les proporcionaban más disgustos que alegrías. Y han escuchado auténticas patrañas en sala de prensa antes o después de los partidos.

Cuando vieron los primeros destellos del magisterio del chileno calaron rápido el milagrito. Los directores deportivos han pasado, pero el del pelo blanco es el verdadero común denominador del éxito. Con sus defectos, más notables esta campaña, y sus múltiples virtudes le ha limpiado el alma al Betis, vistiéndola a la altura de su afición. Y eso para el bético no tiene precio. Como no lo tiene tocar plata, acostumbrarse a estar en Europa cada año o poder estar orgulloso de su equipo hoy, mañana y el otro. Cuando se ha conocido lo malo, lo bueno se aprecia mejor.

Los béticos le perdonan todo

Por eso le perdonan al de Santiago de Chile su galopante falta de autocrítica, sus pifias en determinados fichajes (léase, Ricardo Rodríguez o el Chimmy Ávila), su desprecio por las competiciones europeas un año sí y otro también o la falta de un mayor trabajo en la vertiente defensiva. Incluso que esta temporada haya tragado encantado con la planificación deportiva o que casi cada ejercicio reclame una mejora de un sueldo bastante suculento.

El que suscribe sólo tiene en común con Pellegrini una cosa: haber nacido el mismo día, años después. Y, faltaría más, no tiene nada que perdonarle al técnico verdiblanco. En todo caso, al contrario: pedirle perdón por las críticas cuando las ha habido. Porque sólo él marca la diferencia entre 'El Milagrito' y el Betis de siempre.

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