Rubén Semedo, exjugador del Villarreal, revive su experiencia en la cárcel: "Pasé miedo desde el primer día"

El nombre de Rubén Semedo vuelve a estar de actualidad. El central portugués, quien fuera apresado en un supuesto caso de violación, vive una nueva vida lejos de los focos, en Qatar. Allí continúa con su carrera futbolística y, a sus 30 años, considera que la peor etapa de su vida, mientras estaba en la cárcel, le ha acabado haciendo más fuerte. Ahora el defensor, que pasó de estar en la cárcel a jugar con Cristiano Ronaldo en la selección de Portugal, ha comentado algunos detalles de lo que vivió mientras estaba entre rejas.

Así las cosas, Rubén Semedo se ha sincerado en una extensa entrevista concedida al diario Marcaen la que ha contado qué le aportó esa experiencia y en qué le ayudó para ser la persona que es hoy en día. Después de que fuera absuelto de los delitos que le acusaban, logró enderezar su carrera profesional, llegando incluso a ser internacional con su país. Ahora, en un fútbol menos exigente pero más generoso en lo económico, vive tranquilo.

En este sentido, Rubén Semedo admite que pasó mucho miedo en la cárcel: "Desde el primer día. Aquello era algo a lo que no estaba acostumbrado. Es como lo que se ve en las películas. Pasé mucho miedo. Vi muchas cosas que asustan, obviamente no puedes enseñarlo", reconoce.

Eso sí, más allá de las cosas que vio, lo que le afectó verdaderamente a Rubén Semedo fue perder la cotidianeidad. Dejar de hacer cosas que para él eran sumamente naturales: "Lo que más me marcó no fue lo que vi, sino la rutina. Que alguien te diga cuándo tienes que acostarte, cuándo tienes que comer, lo que puedes hacer o no... ves que hay hombres de 30 o 40 años haciéndolo. La rutina mata, hacer todos los días lo mismo una y otra vez", lamenta.

Lo que más añoró Rubén Semedo: "Ver Netflix, jugar a cartas..."

Rubén Semedo, en su época en Olympiacos (Foto: CordonPress).

En este sentido, admite que son las pequeñas cosas del día a día las que echaba de menos: "No tienes libertad para coger el teléfono y llamar a tu familia, o para salir a comer. Lo que yo más echaba de menos era estar en mi casa, ver Netflix, o jugando a las cartas, o tomar un vinito. Compartir tiempo con la familia, con la gente a la que quieres", reconoce, afectado.

Asimismo, ese no fue el único inconveniente que vivió. También tuvo algunos problemas después de su salida: "Eso también fue difícil. Empecé a comer menos. Tenía el estómago muy grande y pasaba hambre todo el rato. Fue muy difícil para mí volver a mi peso. De normal estoy en 89 kilos, y entonces pesaba 106. Pensaba que me había puesto más fuerte, pero tenía una panza... hacía ejercicio, pero la comida de la cárcel tiene mucha más grasa, y el pan... Estaba muy gordo", lamenta. Y es que la alimentación y el rendimiento de un deportista profesional es difícil de equilibrar en una cárcel, con espacio y recursos limitados.

Adenás, reconoce que su fichaje por el Huesca fue un soplo de aire fresco. Prácticamente como saborear de nuevo la libertad: "Volver a entrenar por la mañanas fue difícil, pero yo tenía mucha motivación después de todo lo que había pasado. A los diez minutos estaba reventado, pero sentía mucha alegría por dentro". También admite que el vestuario le recibió muy bien, en parte debido a su carácter bromista: "En el vestuario había un silencio total. Llegué muy serio y saludé a todos. Les dije: "Hola, soy Rubén. ¿Cómo estáis? Tranquilos, que no voy a secuestrar a nadie". Entonces todo el mundo se partió de risa", desvela.

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