Sensaciones

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Diego Martínez, gallego sabio, sabe que en el mundo del futbol, como en la vida, nunca imaginas por donde te pueden venir los palos en las ruedas, la lluvia o el frío. Su carrera se calentó en Granada donde conoció el éxito a los pies de Sierra Nevada y se enfrío en Barcelona, donde no pudo, no supo ver por donde venía el viento y se chocó con un muro llamado RDT. 

Por ello no sorprendió que el entrenador de la U. D. Las Palmas acudiera al banquillo visitante de Vallecas embutido en un buen abrigo, de los de técnico de escuela de fútbol, protegido y protector de los suyos, víctimas de una ola de frío polar y falta de victorias que asolaba a su equipo hasta su llegada. 

Íñigo Pérez, navarro sabio, tenía calor. El de la grada y de sus jugadores a los que pide que empiecen fuerte, con arrojo, ímpetu y es un espíritu arrollador. Cuando vas a hacer un esfuerzo de tal calado solo puedes lucir una camiseta. Lo demás sobra. 

El Rayo Vallecano cayó por 1-3 ante la U.D. Las Palmas en un partido de pellizco hasta el moratón, de esos en los que te rasgas los ojos intentando comprender lo que pasa hasta que la técnica de visión combinada que te hicieron en Clínica Baviera para vencer a la presbicia se hace inútil.

Se puede decir que el Rayo empleó el eslogan “si se cree y se trabaja, se puede” y Las Palmas el cantado por Andrés Montes “es muy fácil si lo intentas”.

El primero que lo intentó, sin embargo, fue Camello, pero no acertó con la portería.

El partido comenzó con la regla del 3 a 1. Luego fue creciendo de modo exponencial hasta bajar la curva de modo brusco. No nos adelantemos.

Fabio Silva, prometedor pelotero de la asociación de perjudicados por el mercadillo de Jorge Mendes obtuvo el gol a la primera. Se anticipó a la salida de un córner a Gumbau, mas alto y fuerte pero menos decidido al que ganó por un bucle de su melena, el que dirigió la pelota al otro palo de Batalla y a la jaula. Para que luego digan algunos que no se puede jugar con tanta greña. (0-1).

El Rayo había llegado tres veces, su rival una y ahí estaba el resultado, todo pérdida. Los chicos de Íñigo entendieron para solaz de la grada que la ganancia estaba en el volumen y pasaron de vender tercios de jugo de cebada y lúpulo a ofrecer cubos de botellines que venían de todas partes.

Como el símil cervecero no es apropiado para abstemios y menores diremos que aquello pareció cada vez más el calentamiento de un equipo de benjamines de fútbol-sala de los 80. Se hacía una fila y todos probábamos puntería o guantes del arquero.

Allí tiró “todo quisqui”. Sergio volvió a intentarlo. Lejeune por tierra y por aire con un impacto en el larguero. Aridane intentó emular a Fabio sin suerte. Isi. Chavarría. Oscar. Gumbau. De Frutos. Alvarito. No recuerdo si Ratiu lo hizo, pero todos menos Batalla probaron a Cillesen.

Sin acierto propio o con el del meta neerlandés se llegó hasta el segundo tiempo.

El primer cuarto de la segunda parte fue la versión Payaso Fofó de Los Fusilamientos de Goya. Aquello parecía lo del PSG ante el Atlético.

La regla era ya de 100 a 1. Diego Martínez necesitaba más ropa térmica y a Íñigo le sobraba todo hasta que llegó otro saque de esquina.

A mí que no me hablen de perfilarse. Los expertos de todo dicen que la clave de todas las acciones en las que se toca el balón es cómo perfilarse y controlar correctamente. Viendo y revisitando el partido podríamos hacer un debate enriquecedor sobre el uso del pelo frondoso en las jugadas de estrategia, propias y ajenas. El caso es que, pensándolo bien, el bueno de Aridane hizo algo parecido a lo de Fabio. Peinó el balón al otro palo. En su propia portería. Batalla y sus compañeros no lo esperaban. Sapristi. (0-2).

Comenzaron desde la grada local los pitos para el canario, tan innecesarios como indeseables para un tipo que no cuajó un mal trabajo pero que falló en una acción clave.

En un abrir y cerrar de ojos la regla se invirtió y Manu Fuster, recién entrado en cancha culminó una contra con un bonito exterior (0-3).

Game over.

La fila del disparo a puerta no cesó. Lo intentaron también Embarba y Pedro Díaz y a punto estuvo de lograrlo Sergi Guardiola. Trejo y James también participaron. Los visitantes también, con varias llegadas peligrosas.

Solo Mc Kenna pudo alojar el balón en las redes amarillas. El balón de De Frutos lo puso en un compromiso serio y solo pudo enviar el balón dentro de su arco, a su pesar.

Buen partido del Rayo que se chocó con su propia falta de acierto y algo de mala suerte.

Los entrenadores explicaban antes los resultados injustificables con aquello de que “el fútbol es así”. Ahora dicen lo de que “el fútbol se gana y se pierde en las áreas”.

Perogrullo vibes.

 

 

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