El vestuario del Oviedo mantiene la ambición: "Aquí nadie da por perdido el ascenso directo"

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Oier Luengo superó dos meses de ostracismo, "fue jodido, no te voy a mentir", hasta que el relevo en el banquillo y la baja de David Costas le ha devuelto al once. Ahora, el central vasco vuelve a sonreír. Y con él, el Oviedo. Porque Luengo ha vuelto a demostrar que una de sus mayores virtudes es que siempre está disponible cuando se le necesita. Zaguero con alma de apaguafuegos, en El Arcángel le tocó actuar en varias ocasiones en el filo. Las resolvió con eficacia todas ellas. Luengo reflexiona sobre su momento y el del equipo a preguntas de LA NUEVA ESPAÑA, único medio asturiano desplazado a Córdoba.

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