La visión de la jugada
Hoy a las 01:01 AM
Decía en estas mismas páginas Enrique Ballester, a colación del caso Dani Olmo, que en el fútbol hay que hacer las cosas muy mal, de forma obstinada y durante mucho tiempo para que, al final, el mismo fútbol te acabe castigando. Experto como nadie en traumas futboleros, Enrique también estaba describiendo sin quererlo la decadencia del Valencia. Una caída que, en este minuto del descuento, parece colosal y ruidosa, frente al desfiladero del descenso, pero que en realidad es la consecuencia última de un desmoronamiento lento, que ha necesitado de errores sistemáticos. Porque arrancar al Valencia de sus raíces y hacerlo caer no es un ejercicio para nada fácil. Se ha acelerado la velocidad con Peter Lim en la última década, sin duda, pero la agitación en torno al club viene de atrás y tiene un punto de origen en el momento de mayor felicidad colectiva: el doblete. Cuando cambiamos para siempre. Cuando fuimos incapaces de digerir la gloria, con el proyecto del Nou Mestalla como potente imagen metafórica de esa equivocación. Los quince años de parálisis, el aterrizaje de Meriton, la progresiva desaparición del club de una Europa en la que se paseaba con garbo, tienen como punto en común el bloqueo de mantener dos estadios.