Regreso a la gran final de nuestras vidas

https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/9382fa01-227b-4da1-a189-ddecf4139429_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg

Me fascina aquella gente con tanto flow que actúa en la vida real como si una cámara les estuviese enfocando constantemente. Es un tema recurrente de conversación con el amigo Voro Contreras, cuando vemos a Noel Gallagher siendo el único aficionado de toda una grada del Manchester City que no sigue el ritmo de la llamada «The Poznan», el festejo de abrazarse y saltar conjuntamente de espaldas al terreno de juego. Es el carisma de Paolo Sorrentino haciendo acto de presencia en el Festival de Cannes, dominando toda la escena con sonrisita de canalla con mucha calle, emulando a su alter ego Jep Gambardella en la fiesta de una terraza de Roma. Hay quien desayuna y despliega el periódico como si fuese un extra de Mad Men en una cafetería neoyorquina. Es un arte, nada sencillo, el de cumplir con ese reality no escrito. El Valencia de la final de Copa de 1999, de la que hoy se cumplen 25 años, fulminó al Atlético de Madrid en una representación tan bien acabada, tan redonda y llena de plasticidad y tan tiránica, que bien parecería que, más que un partido de fútbol, aquella final en la Cartuja fue una superproducción de Hollywood.

×